La Magnitud del Bautismo
Paul Ravenhill




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Mateo 28:19

Algunos han expresado su deseo, su convicción de bautizarse. Por ellos y por el resto de nosotros que ya hemos sido bautizados, quisiera por un momento contemplar juntos algo de la profundidad, la magnitud, de esto que llamamos bautismo.

Mateo, versículo 18 del capítulo 28.

Los discípulos estaban allí y "Jesús se les acercó." Les habló diciendo, "Toda potestad me es dada en los cielos y en la tierra. Por tanto id y haced discípulos a todas las naciones bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñándoles que guarden todas las cosas que les he mandado y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo."

     "Bautizándoles en el nombre
          del Padre y
               del Hijo y
                    del Espíritu Santo.

Ponemos mucho énfasis en que el bautismo es un testimonio al mundo. Realmente lo es, pero no creo que este es realmente el énfasis principal que le da la Biblia. Ya los Judíos tenían esa costumbre. Cuando alguien de las naciones alrededor se convertía a la religión hebrea y quería formar parte del pueblo de Israel, se le bautizaba. Claro, como los demás ritos judíos, éste tenia toda su reglamentación, desde cuantos litros de agua tenia que tener el bautisterio hasta todo lo demás. También Juan el Bautista usaba el bautismo como un símbolo, bautizando para arrepentimiento. Pero creo que Jesús esta usando este símbolo conocido del bautismo, revelando sin embargo, aspectos hasta entonces escondidos para el hombre. Y quiero que veamos el símbolo de la separación y la identificación en el bautismo.

"Bautízales en el nombre." Identifícalos con el NOMBRE...
     De Dios el Padre.
          De Dios el Hijo.
               De Dios el Espíritu Santo

     DIOS EL PADRE - que representa Dios en los cielos.
     DIOS EL HIJO - que representa Dios en la tierra.
     DIOS EL ESPÍRITU SANTO - que es Dios dentro de nosotros.

Ah, que pudiera explicarlo de alguna manera. Que pudiera transmitirlo... El peso, la magnitud que significa pararme e identificarme con Dios en los cielos... Porque yo estoy viviendo en la tierra! Porque soy hecho del polvo y de la ceniza de la tierra! Porque toda mi naturaleza y todas mis capacidades son terrenales y sin embargo estoy allí, ejerciendo ese tremendo privilegio que Dios dio al hombre. El privilegio de escoger. Y estoy diciendo, "Siendo yo de la tierra, conociendo mi tierra, teniendo ojos que ven la tierra, oídos que oyen la tierra, pies que pisan la tierra, escojo hoy un mundo que no he conocido y me identifico y me bautizo en aquel mundo invisible."

Es como Pablo decía, "Yo sé. Yo sé adonde pertenezco. Yo sé cuál es verdaderamente mi mundo. Vivo aquí pero no soy de aquí." Vivo aquí pero en mi bautismo proclamo, "aquí no me identifico." "No me identifico con nada en mi mundo, pero si me identifico con el mundo, con el reino, de Dios."

Alguien hablaba de los pájaros cuando llega el tiempo de la migración. El pajarito ha nacido en un pequeño nido sobre un árbol o sobre alguna montaña. Pasa el tiempo. Crecen las alas, crecen las plumas. Aprende a volar. Aprende a cazar. Aprende a bastarse solo. De repente algo adentro no le deja quedar quieto. Está en un mundo que le es conocido. Allí siempre ve el valle, allá el río, las pradera, mas allá el bosque... Está acostumbrado a volar y sobrevolar todo, pero de repente, algo ocurre en el pequeño corazón de este pajarito. Quizás es un pequeño colibrí en el Sur de Estados Unidos. Llega el frío, migra hacia el sur. Este pequeño colibrí, batiendo sus alas con toda sus fuerzas, cruza las aguas del golfo de México, como ochocientos kilómetros! (Dicen que es un esfuerzo increíble. Es como si un hombre corriera a todo velocidad por un par de días sin detenerse, sin parar.) ¿Por qué? Por que hay algo adentro que es mas fuerte que lo conocido; es mas fuerte que todo lo apreciado y amado, es mas fuerte que todo lo que es seguro. Algo que le impulsa diciendo en su corazón, "Hay otra tierra." No la ha visto nunca, no ha escuchado sus sonidos, no ha pisado sus praderas. Pero llega un momento cuando algo adentro le dice a este pájaro, "Tienes que ir. Tienes que ir."

El bautismo, el bautismo verdadero, es cuando en mi alma hay algo que dice, "Tienes que ir. Tienes que ir. Esta tierra no es mi hogar." "No puede el mundo ser mi hogar," dice la canción. Es que no puede, es que esta parte que es de la tierra, no es la parte eterna de mi ser. Esta parte que es de la tierra es mi cuerpo sujeto a enfermedades, a dolores, a necesidades, a hambre, a sed, a cansancio. Pero la parte eterna de mi ser tiene otro hogar y hay algo que no esta satisfecho hasta que emprendo el viaje. Cuando comienzo a viajar hacia allá recién entonces todo tiene significado. Cuando me doy cuenta y declaro delante del mundo, "Yo soy peregrino aquí. Nada de esto me pertenece. Sigo caminando porque hay otra cosa, otro lugar donde quisiera estar."

"Bautizándoles en el nombre del Padre." Sí, para vivir más allá del alcance de este mundo. ¿Que dijo Pablo? "El mundo para mi es crucificado y yo también para el mundo." No hay atractivo en un ser crucificado. Tan horrible era el aspecto de un crucificado que los Romanos que tenían a su cargo las crucifixiones solían emborrachares para no estar consiente de los gemidos, para no ver el retorcerse de aquella persona en la cruz, para no tener que soportar el sufrimiento, para que se amortigüe el impacto de todo aquello. Pero Pablo dice, "El mundo, (todo lo bueno, todo lo malo, todo lo que contiene) es crucificado para mi y yo también para el mundo." No puedes poseer las dos cosas. Hay que escoger. Dios puso delante de Adán, de Abraham, de Moisés, de David, de los profetas, de los apóstoles, de los discípulos, de nosotros, un escoger. Cuando entraron en la tierra prometida las últimas palabras de Josué fueron, "Escogéos hoy a quién sirváis. Pero yo y mi casa serviremos a Dios." Es el llamado de otro mundo.

     ¿Preguntas por qué la tentación tiene tanto poder en tu vida?
     ¿Preguntas por qué el desánimo tiene tanto poder en tu vida?
     ¿Preguntas por qué la incredulidad tiene tanto poder en tu vida?
     ¿Preguntas por qué los sentimientos suben y bajan?

Pues porque vives aquí. ¡No haz de vivir aquí! Dios te llama a que tu corazón corra y se remonte a El; a que tu fe esté depositada en El, como dijo Pablo, "Yo sé en Quien he creído y sé que El es fiel para guardar aquello que yo he depositado." Una cosa es caminar. Y otra cosa es, como los pájaros, poder volar. Es otra dimensión. Dios nos lleva a las alturas. Tengo que identificarme con las alturas. "Vengo Señor y ruego bautízame." "Bautízame en el nombre del Padre. Bautízame para aquel mundo porque allí quisiera estar. Allí quisiera pertenecer. Quisiera vivir en lo celestial. Quisiera verlo. Quisiera escucharlo. Quisiera caminarlo. Aun mientras estoy aquí en esta tierra. Este es el propósito de Dios. No es menos que esto. Nos lleva más allá. Nos lleva a otro nivel de vida."

El Antiguo Testamento, hablando de aquellos llamados por Dios dice, "Qué hermoso sobre las montañas son los pies de aquel que trae Buenas Nuevas." Pies que caminan en el poder la unción, la gracia, la visión de un mundo celestial. Hermoseado por una visión, hermoseado por el cubrir del Espíritu, hermoseado por el propósito de Dios y de esta realización de algo que no es de la tierra. Id a todo el mundo dice, "Y bautízales en el nombre del Padre." ¡Que privilegio!

"Pon sobre ellos el nombre de Mi Padre. Pon sobre cada parte de todo Su ser. Márcalos. Pertenecen al Padre. Pertenecen al mundo allá. Este mundo no tiene reclamos. Aquí son como extranjeros. Tienen otras leyes, otros principios, otra vida. Son llamados a caminar en el mundo de Dios."

Dijo Jesús "Padre, vengo para hacer Tu voluntad." Al bautizarme yo también estoy diciendo, "Padre, me bautizo ahora para hacer Tu voluntad. Padre, no la voluntad del mundo, no la voluntad mía, no la voluntad del diablo, no la voluntad de la gente. Vengo Señor tan solamente para hacer Tu voluntad." Es un separar a los propósitos y los principios de los cielos.

Dijimos que el Padre representa Dios en los cielos. Luego dice,

"Bautízales En El Nombre Del Hijo."
El Hijo representa Dios en la tierra.
Para vivir en esta tierra como el Hijo de Dios vivió en esta tierra.

     Para caminar en esta tierra como el Hijo de Dios camino en esta tierra. Sin que ninguna de las cosas de esta tierra jamas se pegue a las manos. Jesús no tuvo nada. Yo se que hay momentos en que Dios no da algo. Pero realmente si tomamos el primer paso, si nos identificamos con el cielo, una cosa que llegamos a saber es cuán poco debemos a esta tierra, cuán poco la necesitamos, cuán poco reclamo tiene sobre nosotros.

Cuando Dios empezó a llamar a los Suyos en el Antiguo Testamento, llamo a Abraham, y luego a Isaac, después a Jacob. Y dice: "Abraham, Isaac y Jacob vivieron en carpas." ¿Qué significa eso? Dios esta subrayando un principio: los suyos no pertenecen aquí. Esas carpas son simbólicas de algo que es transitorio, provisorio. No voy a llamar nada mío aquí. Todo lo mío esta allá.

Recuerdo el relato (la leyenda) de aquella mujer rica que murió y se fue al cielo. Un ángel la acompañaba guiándola por las calles de oro. Estaba totalmente anonadada con todo lo que veía a su alrededor. Vió unas casas esplendorosas por allí, mansiones deslumbrantes. "Y cual es mi casa,?" preguntó al ángel. "Yo te voy a llevar," fue la contestación. "Será esta, será esa, será aquella?" "No," le aclaró el ángel, "esa casa que estas señalando es la de tu jardinero." "Ah la de mi jardinero Juancito." "Si Juancito, que manejaba pala y machete en mi jardín, tiene una casa así," estaba pensando ella, "¡¿Cuánto mas hermosa va a ser mi casa?!" Y ya segura de la hermosura que le esperaba siguió caminando y hasta gozándose por el pobre Juancito. Después de todo, en la tierra Juan había vivido tan humildemente... Siguieron caminando y parecía que iban dejando atrás esa región de mansiones. "Y mi casa?" Volvió a preguntar la mujer. "Si, ya vamos hacia allá." Por fin doblaron un recodo del cielo. Y quedo a la vista un pequeño, ranchito celestial, bastante pobre comparado con todo lo demás, bastante limitado, pequeño. Dijo el ángel del Señor, "Allí esta tu casa." Ella le miró y le dijo sorprendida, "¿Mi casa? ¿Como? ¿¡Como!? Y el ángel le contestó, "Si señora, porque nosotros aquí edificamos con lo que ustedes mandan desde la tierra." "Nosotros aquí edificamos con lo que ustedes mandan de la tierra." Ya no había nada más que decir. ¡Había sido que el jardinero estuvo acumulando tesoros en los cielos! Con su vivir, su caminar, con su orar, con su leer de la Biblia, su meditar, el abrir de su corazón a lo celestial... Y mientras tanto se iba edificando más y más una mansión para él cerca del corazón de Dios. Pero aquella mujer había estado ocupada en vigilar todo, mirando que Juan plantara todas las plantas... no fuera que cuando ella le dió una docena él se llevara dos a su casa. Y que cuando Juan tomaba su merienda en un momento de descanso, que no pasara demasiado tiempo porque debía levantarse y volver a trabajar. Ella tenía que vigilar todo, Juan, la mucama, todo. Tenía tantas responsabilidades cuidando su hermosa casa y todo lo valioso que había en ella… Mientras tanto los albañiles celestiales no podían edificar su casa porque no tenían materiales con qué trabajar! Como dije, esto es una leyenda, pero algo de verdad tiene.

Hay una poesía que dice, "Y si El te quitara hoy aquella cruz tan pesada de la cual tantas veces le haz pedido que te libre, tu tendrías que decir, ‘Déjame volver. Todavía no Te he alabado.’" Quiso decir que pasó por la prueba pero con quejas. Pasó por la prueba con egoísmos. Pasó, pero con preguntas. Y cuando llegó al cielo se vió a sí mismo y dijo, "Dios déjame volver." "Déjame volver porque quiero que mi caminar en la tierra sea una alabanza. Quiero que la parte terrenal de mi ser refleje la realidad de las cosas eternas."

Bautízales en el nombre del Hijo para que puedan vivir como peregrinos, enfrentando lo terrenal con lo celestial. Y plantando en la tierra semillas que traen fruto con sabor a eternidad.

El Evangelio no es un decir "si" al Señor y después tratar de vivir como podemos. No, no. El Evangelio es un bautismo. Es un entrar a pertenecer a algo mucho más grande que nosotros. Es identificarnos con todo lo que son los cielos y la eternidad. Identificarnos con toda esta vida de triunfo y de fe en la cual caminó Jesús en esta tierra. Conocerle en Su identificación con el Padre. Conocerle en Su muerte a este mundo y también conocerle en Su resurrección. Vino para hacer la voluntad del Padre. Murió en esta voluntad y resucito en esta voluntad. Y hay un proceso similar para nosotros.

Que Dios empiece a llevarnos a dejar todo lo que no es de El. Hay una muerte a todo natural y después, como aquellos en el Apocalipsis, "entró en ellos el Espíritu de Dios y se levantaron, y se pusieron sobre sus pies." ¿Sabes qué es el que Dios te ponga sobre tus pies? Las cuitas y penas y pavadas y estupideces y los enojos y tentaciones y liviandades de esta tierra ya no te tocan porque Dios te puso sobre tus pies. Puedes ver las cosas de otra manera. Ya todo lo que es de este mundo no te atrae. Ya no atrae.

Luego, dice,

"Bautízales en el nombre del Espíritu Santo."

En el primer sermón, en Hechos dos, cuando el pueblo preguntó, "¿Qué haremos?." Pedro dijo, "Arrepentíos, bautizaos y recibiréis el Espíritu Santo." Vale decir, "Señor, yo quiero vivir no por el poder de mi espíritu, no por la capacidad de mi mente. No por la energia de mis emociones. Señor, yo quiero vivir bajo el impulso y bajo la dirección y bajo el poder de Tu Espíritu Santo. Señor, yo no quiero que este mundo llene mi visión pero que no sea la vida que yo vivo." Dijo Pablo, "La vida que yo vivo ahora vivo por la fe del Hijo de Dios."


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