Pensando en voz alta...

Nuestra generación parece llevada por la fuerza de sus actividades y estadísticas. Los resultados, los números, los kilómetros de nuestros viajes, las reuniones, el responder, las conferencias en que hemos participado, los contactos, los famosos que hemos conocido, etc. Todas estas cosas cosechan la aprobación y admiración de un mundo cristiano infantil.

El trabajo constante y fiel que no es "en vano en el Señor;" lo incorruptible de aquel cuya vida es vivida fuera del bullicio de la organización; aquellos que sirven en silente espera; el lugar desierto de preparación y de revelación - estas cosas parecen no tener cabida en nuestro pensamiento.

Aquel que ha "oído el sonido de otra música," aquel que ha escuchado una Voz que le ha hablado a él solo, lastimosamente, ese está ausente de nuestro medio.

El hombre no es llamado a hacer lo fácil sino lo imposible.

Lo fácil es encontrar un método, un sistema, y hacerlo funcionar - darle cuerda y dejarlo correr en un frenesí de "éxito." Logramos la fama en la proporción de nuestro éxito, aunque al ponerlo en la balanza de la eternidad puede resultar tan efímero como un sueño - una mera ilusión de nuestro pensamiento.

Lo imposible tiene que ver con el espíritu del hombre extendiéndose desde un cuerpo terrenal a poseer la eternidad. Tiene que ver con el aceptar los valores de la eternidad y vivir en un plano donde no es lo terrenal con sus valores lo que es importante. Juan dice que "cuando El se manifieste seremos semejantes a El." Otra traducción dice "si" El se manifiesta... Quiere decir que seremos semejantes a El si le vemos... si el brillo y el encandilamiento de los valores de la tierra no han enceguecido nuestros ojos.

"Puestos los ojos en Jesús," "mirarle," "contemplarle," es aun hoy LA cosa que tiene importancia cuando Dios observa nuestras vidas.

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